EL ULTIMO TREN A KATANGA
Cinco de la mañana en cualquier antro de cualquier ciudad. El alcohol y el humo de los cigarrillos pesa sobre tu ánimo como una losa de mil toneladas. Ningún pibón de los que has visto ha mantenido contacto visual contigo durante tiempo suficiente para ser abducida por tu intenso magnetismo sexual. Lentamente te planteas tirar la toalla, el protector bucal, despedir a tu entrenador y al manager e incluso retirar tu ficha de la Federación de Sátiros, pues hace tiempo que la caza escasea y tu pene va peligrosamente cada vez más pareciéndose a un Joystick.
Desparramando la vista alrededor caes en la cuenta de que alguien te mira. ¡Oh, no! has captado la atención de ellas. Sí, de ellas. ¿Pero quienes son ellas? Un grupo de puretas que refleja en su mirada anhelante el deseo salvaje de ser poseídas por quien sea. Son feas o poco agraciadas -eran así ya en su adolescencia, juventud y madurez- y se ofrecen en su mirada a cualquiera que les sirva para olvidar las carencias afectivas o sexuales de su vida. No quieren nada más que ser atendidas como todas las mujeres, pero algo falló hace tiempo y ahora deambulan cual fantasmas por el limbo de la noche ansiando comprensión, atención, afecto, un poco de pum-pum (o un mucho)y una sonrisa cálida que prometa, aunque mienta, un poco de amor.
Nunca he tomado ese tren, he preferido marcharme a seguir haciendo muescas en mi Joystick a aprovecharme de ese grupo de viajeras con destino a Katanga, pues no puedo quitarme de la cabeza que, aunque lo niegue, dentro de poco ése mismo billete de tren será para mí.
Vae Victis.
Desparramando la vista alrededor caes en la cuenta de que alguien te mira. ¡Oh, no! has captado la atención de ellas. Sí, de ellas. ¿Pero quienes son ellas? Un grupo de puretas que refleja en su mirada anhelante el deseo salvaje de ser poseídas por quien sea. Son feas o poco agraciadas -eran así ya en su adolescencia, juventud y madurez- y se ofrecen en su mirada a cualquiera que les sirva para olvidar las carencias afectivas o sexuales de su vida. No quieren nada más que ser atendidas como todas las mujeres, pero algo falló hace tiempo y ahora deambulan cual fantasmas por el limbo de la noche ansiando comprensión, atención, afecto, un poco de pum-pum (o un mucho)y una sonrisa cálida que prometa, aunque mienta, un poco de amor.
Nunca he tomado ese tren, he preferido marcharme a seguir haciendo muescas en mi Joystick a aprovecharme de ese grupo de viajeras con destino a Katanga, pues no puedo quitarme de la cabeza que, aunque lo niegue, dentro de poco ése mismo billete de tren será para mí.
Vae Victis.
6 comentarios
POPI DE TORRONTEGUI -
popi de torrontegui -
zoolander -
Van Doren -
Al coleguita prepucio le digo lo de siempre !crack, qué eres un crack¡
AMERICO PREPUCIO -
Fiodor Sttrujuasky -
Saludos desde el Gulag